miércoles, 26 de marzo de 2008

Semblanza de Ennio Moltedo (publicada en http://smokedeyes.blogspot.com)


¿Quién este señor que de tarde en tarde me lo encuentro por las calles de vientos en Valparaíso? siempre va distraído, con su carpeta de papeles, claro: es el jefe de una importante editorial universitaria, pero juraría que sólo lleva bocetos garabateados, papeles manchados de café y versos, muchos versos garabateados por ahí .

1 comentario:

Eduardo Jeria Garay dijo...

¿Quién este señor que de tarde en tarde me lo encuentro por las calles de vientos en Valparaíso? siempre va distraído, con su carpeta de papeles, claro: es el jefe de una importante editorial universitaria, pero juraría que sólo lleva bocetos garabateados, papeles manchados de café y versos, muchos versos garabateados por ahí . También está medio miope, es cierto, pero juraría que anda paseando en otro planeta siempre.... intentando agarrar como sea las palabras sueltas que flotan sobre su cabeza, que se le escapan caprichosas y perversas, para hacerle más difìcil la vida, la escritura .... me prometo a la próxima saludarlo con afecto como él siempre lo hace conmigo.... pero siento que interrumpo esa caminata ausente, esos pensamiento atolondrados y afiebrados. Lo miro alejarse y lo sigo con la mirada..... ¿en qué se diferencia un poeta de un hombre normal? ......

(Ennio Moltedo, alguien dijo por allí "el más silencioso de los poetas de la generación del 50"

Les dejo algunas de sus maravillas:

Mientras sigamos hablando

Mientras sigamos hablando para disculpar el ocaso siempre nos sorprenderá la noche y no habrá solución para mañana. Mañana será el eterno aniversario. El recuerdo tiene ligera sepultura. ¿ no es lo que más nos acomoda?. Aquí debemos vivir y temblar. ¿Vale la pena negarlo cuando ya hemos dado varias veces la vuelta al globo?. Por mucho que suene la música y parlotee la autoridad de turno y se entusiasmen las alturas, septiembre, qué maravilla, alba viste la noche.

(La Noche, Ediciones Altazor 1999)


Momento

Es el tiempo que demoras en cruzar la calle, llegar de otra esquina, rayada de luces la cabeza, hondo de sombras el cuerpo; es el tiempo que espero traduciendo el ritmo de tus ondas, tu paso, la dirección de tus ojos, el orden del molino; es el tiempo que demoro en averiguar tu nacimiento y partida, quizás entre espumas o entre tallos de concreto, viendo si algo en tí se fija, alguna huella, cualquier signo que te nombre, que sea de los míos y nos permita seguir juntos el camino.

(Concreto Azul, Editorial Universitaria, 1967)